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QUÉ SUCEDIÓ CON BITCOIN

Noviembre de 2025 fue un baño de realidad para los alcistas de bitcoin. Después de un octubre eufórico que llevó a BTC a un máximo histórico cerca de $126,198, el precio pasó de consolidar en el rango de $109,000–$115,000 a hundirse hasta la zona de $80,500 en cuestión de semanas. Las salidas récord de unos $2,960M en ETF, un contexto macro más averso al riesgo —con shutdown del gobierno de EE. UU. y una Fed en modo “tipos altos por más tiempo”— y la venta institucional estimada en $5.4B encadenaron liquidaciones masivas en derivados y llevaron el sentimiento a “miedo extremo” antes de un rebote tímido hacia los $88,600.

Noviembre 2025: qué pasó con bitcoin


Bitcoin entró en noviembre de 2025 aún con resaca positiva de su máximo histórico de principios de octubre, cerca de los $126,198, pero el mes terminó siendo más un test de estrés que una vuelta olímpica. En los primeros días, BTC se movía en un rango estrecho de $109,000–$115,000, consolidando la subida de octubre mientras los analistas hablaban de objetivos “cómodos” hacia los $123,000 impulsados por las entradas en ETF y la narrativa de adopción institucional. Desde fuera parecía una simple pausa antes de otro tramo alcista; por dentro, el mercado estaba lleno de apalancamiento, posiciones muy cargadas al alza y muchos compradores tardíos que asumían que cualquier caída sería mínima y muy breve.


Esa confianza se rompió en cuanto la presión vendedora empezó a aparecer de verdad. A medida que se debilitó la demanda spot y los ETF dejaron de actuar como aspiradora de oferta, el precio salió del rango por la parte baja. Hacia el 11–12 de noviembre, bitcoin ya había caído más de un 25 % desde el máximo de octubre: pasó de la zona baja de los $110,000 a $105,000 y perforó soportes que muchos ni siquiera tenían en el radar, como el área de $98,953. La velocidad del movimiento pilló a contrapié a traders minoristas y disparó una primera ronda de stops y ventas sistemáticas.


De la consolidación tranquila al “air pocket”


Una vez que se rompieron los primeros soportes, la caída se aceleró. BTC atravesó sin demasiada resistencia la zona de $98,953, perdió el número redondo psicológico de $100,000 y terminó perforando también los $90,000, que muchos alcistas daban por hecho como suelo sólido. Para el 19 de noviembre, el precio rondaba los $89,000 y había borrado prácticamente todo lo ganado en el año. En el mínimo intramensual cercano a $80,500, el drawdown desde los $126,198 rozaba el 35 %, una corrección seria incluso para los estándares históricos de volatilidad de bitcoin.


  • Principios de noviembre: bitcoin se mueve sobre todo entre $109,000 y $115,000 mientras el mercado digiere el nuevo máximo histórico de octubre y el consenso apuesta por una continuación ordenada de la subida.


  • Mitad de mes: el enfriamiento de la demanda spot y de las entradas en ETF lleva el precio hacia $105,000, poniendo a prueba la zona de soporte de $98,953 y despertando a traders que apenas miraban el riesgo bajista.


  • 19 de noviembre: BTC cotiza en torno a $89,000, devuelve la mayor parte de las ganancias de 2025 y los indicadores de sentimiento pasan a “miedo extremo”.


  • Finales de mes: un barrido intradía hasta unos $80,500 va seguido de un rebote hacia $88,600, apoyado en la moderación de las salidas en ETF, algunas entradas netas positivas y compras discretas de grandes ballenas.



El mercado de derivados amplificó cada tramo del movimiento. El open interest agregado en futuros y perpetuos rondaba los $68.96B, señal de que una parte enorme del mercado estaba apalancada al alza. A medida que caía el spot, los requisitos de margen se endurecieron, el valor del colateral bajó y los motores de liquidación automática empezaron a cerrar posiciones en cascada. El mismo apalancamiento que había impulsado la ruptura alcista de octubre se convirtió en trampilla en noviembre: cada liquidación forzada empujaba el precio algo más abajo, lo que a su vez generaba nuevas liquidaciones y margin calls.


El resultado fue un cambio de humor radical en pocas semanas. Los memes de “up only” dieron paso a chistes de supervivencia, los hilos de X se llenaron de quejas por haber “regalado todo el bull market” y hasta algunos defensores veteranos cuestionaron si la era de los ETF no habría adelantado demasiada demanda futura. Aun así, el rebote desde ~ $80,500 hasta la zona de $88,600 dejó claro que seguía habiendo compradores estructurales —en especial holders de largo plazo y ballenas con liquidez— dispuestos a entrar cuando los vendedores forzados terminaban de salir.


Cómo cambió el sentimiento del mercado


El sentimiento también dio un giro de 180 grados. A comienzos de noviembre, la mayoría de los comentarios trataban cualquier corrección como una oportunidad y hablaban de nuevos máximos en cuanto se normalizaran las asignaciones a ETF. Conforme se perdieron los $100,000, luego los $90,000 y, finalmente, se visitó la zona de los $80,000, el tono cambió: se reabrió el debate sobre si el rally de 2025 había sido “solo hype de ETF”, muchos minoristas que compraron tarde quedaron en pérdidas y hasta algunos institucionales empezaron a describir la corrección como un recordatorio incómodo de lo dependiente que se había vuelto BTC de los flujos regulados.


  • Los especuladores de corto plazo y los “degenerados” sobreapalancados vieron cómo posiciones que parecían seguras se liquidaban en cuestión de horas.


  • Los holders de largo plazo, en general, mantuvieron sus monedas, pero muchos dejaron de comprar de forma agresiva a la espera de ver si la zona de $80,000–$90,000 aguantaba como base.


  • Los institucionales que habían entrado más abajo aprovecharon la volatilidad para rebalancear, vendiendo parte de la posición en los rebotes en lugar de “comprar el dip” de forma automática.


  • El discurso en redes pasó de la euforia a la ironía negra sobre “volver al mercado bajista”, una señal típica de que la subida anterior se había llenado de manos débiles.



A pesar de lo dura que fue la corrección, muchos analistas la encuadran más como un ajuste profundo dentro de un ciclo alcista aún vivo que como el inicio de un nuevo criptoinvierno. La diferencia es clave: una corrección limpia apalancamiento y manos débiles pero no rompe la tesis de fondo; un mercado bajista prolongado suele venir acompañado de problemas estructurales en adopción, liquidez o regulación. Para distinguir entre ambos escenarios hay que mirar más allá del gráfico: la historia de los ETF, los choques macro y los niveles técnicos relevantes ayudan a explicar por qué el movimiento de noviembre fue tan violento y qué podría pasar a partir de aquí.


Las fuerzas detrás de la caída de noviembre


Si descomponemos el desplome de noviembre, el patrón es claro: no hubo un único “culpable”, sino varias piezas que encajaron casi a la perfección. Por un lado, los flujos de los ETF de bitcoin pasaron de ser viento de cola a convertirse en un fuerte viento en contra, con el peor mes de salidas desde su aprobación. Al mismo tiempo, el entorno macro se volvió más averso al riesgo, con un shutdown del gobierno de EE. UU., bolsas en modo bajista y una Reserva Federal insistiendo en mantener tipos elevados. Sobre esa base, un mercado de derivados muy apalancado y soportes técnicos clave terminaron de hacer el resto.


ETF: de cohete alcista a freno


Los ETF spot de bitcoin fueron el gran protagonista del ciclo 2024–2025. Al empaquetar exposición a BTC en un formato regulado y familiar, permitieron que fondos de pensiones, wealth managers y minoristas tradicionales accedieran a bitcoin sin tocar exchanges cripto ni custodiar claves privadas. En conjunto, estos productos acumularon alrededor de $27.4B en entradas netas durante 2025, aunque esa cifra fue un 52 % inferior a la de 2024, una señal temprana de que el primer impulso de adopción ya se estaba enfriando. Mientras las entradas dominaron, el efecto fue claramente alcista. Cuando el flujo se frenó y luego se dio la vuelta, el mismo mecanismo se convirtió en una fuente de oferta.


Noviembre marcó el primer mes realmente duro para la demanda en ETF. A lo largo del mes, los productos listados registraron salidas netas por unos $2,960 millones, el peor registro desde la aprobación de la SEC. Dos jornadas funcionaron como puntos de inflexión simbólicos: el 13 de noviembre, las salidas alcanzaron unos $869M en un solo día; el 20 de noviembre, otros $900M abandonaron los fondos. En fases anteriores del ciclo, estas cifras se habrían celebrado como entradas históricas; verlas en negativo dejó claro que una parte importante del dinero institucional no estaba en “diamond hands mode” y estaba dispuesta a reducir riesgo con rapidez.


  • Las grandes reembolsos obligan a los participantes autorizados de los ETF a vender BTC en el mercado o vía OTC para cuadrar inventario, generando presión vendedora mecánica.


  • Los datos diarios de flujos se convirtieron en catalizadores de corto plazo: un día de fuertes salidas solía coincidir con caídas agresivas en el spot.


  • Parte del dinero institucional aprovechó la volatilidad para rotar entre emisores, persiguiendo comisiones más bajas o mayor liquidez, lo que añadió ruido y rotación a las cifras brutas de flujos.


  • El paso de entradas automáticas a salidas recurrentes rompió la narrativa cómoda de que los ETF serían una fuente unidireccional de demanda durante años.



Choques macro y desapalancamiento institucional


Sobre los flujos en ETF se montó un entorno macro poco amigable con los activos de riesgo. El shutdown del gobierno de EE. UU. añadió incertidumbre política y económica justo cuando los inversores trataban de medir cuánto tiempo más se mantendrían los tipos altos. La Fed, con Jerome Powell al frente, optó por mantener las tasas sin cambios y reforzar el mensaje de “higher for longer”, lo que empujó al alza los rendimientos reales y puso presión sobre las valoraciones de renta variable. Los principales índices bursátiles entraron en tendencia bajista, la volatilidad repuntó y los modelos de riesgo cruzado empezaron a mandar el mismo mensaje: reducir exposición en los activos más volátiles, bitcoin incluido.


Ese cambio de régimen se tradujo rápidamente en flujos reales. Estimaciones de mercado apuntan a que grandes jugadores como BlackRock, Fidelity o JPMorgan redujeron en conjunto alrededor de $5.4B de exposición a bitcoin a lo largo del mes, a través de ETF, mandatos gestionados y operaciones OTC. No se trata de una salida definitiva del activo, sino de una campaña clásica de desriesgo: tomar beneficios tras el rally de octubre, rotar hacia efectivo y deuda a corto plazo, y rebajar el peso de activos de alta beta en carteras multi–asset mientras el panorama macro siga turbio.


  • Tipos reales más altos hacen más atractivos el cash y los bonos frente a activos volátiles sin flujo de caja como bitcoin.


  • Los modelos de VaR y de drawdown máximo disparan recortes automáticos cuando la volatilidad de cartera supera ciertos umbrales, sin necesidad de que haya un “pánico” explícito.


  • Los picos de correlación entre BTC y renta variable implican que muchos gestores reducen ambas exposiciones a la vez cuando quieren apretar el freno de riesgo.


  • El ruido político del shutdown ofreció una excusa adicional para presentar a los comités de riesgos una postura más defensiva en activos alternativos.



Apalancamiento, soportes perdidos y cascadas de liquidaciones


La tercera pieza del puzzle fue puramente técnica. Durante buena parte de 2025, el precio spot se mantuvo cómodamente por encima de la EMA55 semanal, con la banda aproximada entre $86,000 y $97,647 actuando como zona dinámica de apoyo. Para muchos traders de tendencia, esa media era “la línea en la arena”: mientras BTC se mantuviera claramente por encima, el relato de bull market seguía intacto. El problema es que, cuando por fin se puso a prueba en serio durante noviembre, apenas había órdenes de compra estructurales esperándola, y la ruptura se produjo con un mercado de derivados cargado de longs.


Con un open interest en derivados cercano a los $68.96B, el nivel de apalancamiento era elevado justo cuando el precio empezó a perforar niveles sensibles. La pérdida de $97,647 primero, y luego de los $90,000, invalidó muchas estructuras alcistas de corto plazo: se activaron stops, los sistemas de seguimiento de tendencia empezaron a cerrar o girar posiciones y los motores de liquidación de los exchanges comenzaron a ejecutar órdenes de venta a mercado para cubrir márgenes. Esos vendedores forzados son típicamente insensibles al precio; su objetivo es cerrar la posición, no optimizar el nivel de salida.


  • La pérdida de $97,647 convirtió un soporte claro en resistencia a batir: muchos traders ahora usan esa zona como referencia para diferenciar entre rebote técnico y recuperación real.


  • La ruptura limpia de los $90,000 borró estructuras de rango y patrones alcistas de corto plazo, obligando a muchos sistemas cuantitativos y bots de copy trading a salir del mercado.


  • Los barridos hacia el extremo inferior de la banda de la EMA55 y el mínimo de $80,500 se parecen mucho a un clásico “stop hunt”, pensado para forzar a capitular a quienes concentraron su riesgo justo por debajo de los niveles obvios.


  • Una parte relevante de la oferta estaba en manos de holders de corto plazo y especuladores apalancados, las famosas manos débiles, que tienden a vender en cuanto pierden beneficios no realizados.



En conjunto, noviembre fue un ejemplo claro de cómo bitcoin ya no es un activo aislado del sistema financiero tradicional. Los flujos de ETF, los mensajes de la Fed, las decisiones de los comités de riesgo institucionales y la estructura de derivados se combinaron en un mismo bucle de retroalimentación. Ese bucle dañó con fuerza el precio cuando se volvió negativo, pero no cambió de raíz la tesis de largo plazo de bitcoin; sí recordó, en cambio, que incluso las historias estructuralmente alcistas pueden recorrer caminos llenos de baches en el corto plazo.


Noviembre de 2025 fue una sacudida dura para los alcistas de bitcoin.

Noviembre de 2025 fue una sacudida dura para los alcistas de bitcoin.

Qué implica la corrección de noviembre para el futuro de bitcoin


Una vez que el polvo empezó a asentarse y bitcoin se estabilizó de nuevo en la zona alta de los $80,000, el debate pasó de “qué acaba de pasar” a “qué significa esto para adelante”. ¿Fue noviembre el primer capítulo de otro criptoinvierno largo, o solo una sacudida violenta pero sana dentro de un ciclo alcista todavía vivo, apoyado en ETF y adopción institucional? La realidad es que ambos caminos siguen abiertos, y las probabilidades se mueven en función de tres variables principales: flujos en ETF, datos macro y capacidad del mercado para reconstruir una base creíble por encima de soportes como $88,000–$90,000 y, sobre todo, $97,647.


Escenarios base que manejan los analistas


En lugar de dar un único objetivo de precio, muchos informes de research hablan ya en términos de rangos y escenarios probables para finales de 2025. En el extremo más prudente, algunos ven a BTC cerrando el año en una banda neutra de €79,000–€91,000, lo que implicaría que gran parte del efecto de los ETF ya estaría recogido en el precio. Otros ponen el foco en el corto plazo y anticipan meses de lateralidad amplia entre aproximadamente $86,000 y $107,000, con subidas y bajadas rápidas dentro de ese corredor a medida que cambian los titulares y los flujos.


  • Escenario de continuación alcista: los flujos en ETF se estabilizan o vuelven a ser positivos, la Fed ejecuta el recorte de 25 puntos básicos esperado por el mercado y bitcoin recupera primero $97,647 y después la zona de los $107,000, abriendo la puerta a un re–test del máximo de $126,198.


  • Escenario lateral: los datos macro siguen mixtos, los flujos no terminan de definirse y BTC se pasa meses oscilando entre soportes en la zona alta de los $80,000 y resistencias en los $100,000–$107,000, castigando a los seguidores de tendencia pero premiando a quienes operan rangos con disciplina.


  • Escenario de corrección más profunda: una nueva oleada de salidas en ETF, caídas adicionales en renta variable o una pérdida clara de la zona de $80,500 podrían arrastrar el precio hacia la parte baja de las proyecciones neutrales en el rango de €79,000–€91,000.


  • Escenario de shock macro: una sorpresa inflacionaria o de crecimiento que obligue a la Fed a mantenerse más restrictiva de lo previsto —o, al contrario, un giro rápido a políticas mucho más expansivas— podría sacar a bitcoin de cualquier rango previsible, en una dirección u otra.



Para la mayoría de los perfiles, el mensaje práctico no es “BTC va a tal precio”, sino “estas son las rutas posibles y cómo te afectan”. Pensar en escenarios obliga a decidir de antemano cómo reaccionarías si bitcoin se mueve, por ejemplo, por encima de $100,000 con entradas fuertes frente a un regreso a la zona baja de los $80,000 con salidas masivas. Esa preparación mental suele ser mucho más útil que aferrarse a una cifra concreta que el mercado casi nunca respetará al milímetro.


Qué pueden hacer distintos tipos de inversores


La forma de encajar lo ocurrido en noviembre depende mucho del tipo de inversor que seas. Un holder de largo plazo convencido de la tesis de bitcoin, un inversor diversificado que usa BTC como pequeña pata satélite y un trader de corto plazo que vive de los swings van a mirar el mismo gráfico con lentes muy distintas, y eso se debe reflejar en la estrategia.


  • Holders de largo plazo: suelen ver una corrección del 25–35 % como parte del ciclo, no como una señal de alarma definitiva. Para ellos, tiene más sentido revisar la tesis, comprobar que el tamaño de la posición sigue siendo razonable frente al patrimonio total y aprovechar la volatilidad con compras programadas o zonas de entrada definidas previamente.


  • Inversores diversificados: pueden establecer bandas claras de asignación a bitcoin dentro de la cartera (por ejemplo, 1–5 % del total) y rebalancear de forma gradual cuando el peso se sale de esos límites, en vez de dejarse llevar por el FOMO de las subidas o el pánico de las caídas.


  • Traders activos: tienden a centrarse en niveles concretos como $88,000–$90,000, $97,647 y el entorno de $107,000, combinados con indicadores de flujos de ETF, tipos de financiación y open interest. Para ellos, tiene sentido reducir tamaño de posición, usar stops ajustados y aceptar que la volatilidad es parte del juego, no un bug.


  • Especuladores muy apalancados: la lección de noviembre es que incluso cuando la dirección general termina dándote la razón, el uso excesivo de apalancamiento puede dejarte fuera del mercado antes de tiempo. Sobrevivir importa más que acertar el último dólar del movimiento.



En todos los casos, los elementos comunes son la gestión de riesgo y la honestidad contigo mismo. Bitcoin se mueve con violencia en ambas direcciones y ninguna métrica on–chain, modelo matemático o hilo viral elimina la incertidumbre. Tener reglas claras sobre cuánto estás dispuesto a perder, qué porcentaje de tu patrimonio estás cómodo arriesgando y en qué situaciones prefieres quedarte simplemente en liquidez suele marcar más la diferencia que el punto exacto de entrada o salida.


La gran idea nueva tras la caída


La lección de fondo de noviembre va más allá de los niveles concretos de precio. Bitcoin ya no es un experimento marginal de early adopters: está cada vez más integrado en el sistema financiero tradicional vía ETF, brokers prime, derivados regulados y las propias reglas de riesgo de grandes instituciones. Eso significa que sus ciclos ya no se explican solo con palabras como “halving” o “FOMO retail”; ahora también cuentan, y mucho, variables como las condiciones de liquidez global, las expectativas sobre tipos de interés o el apetito de riesgo de grandes fondos.


Para quien quiera entender qué pasó con bitcoin —y qué puede seguir pasando— la pregunta clave pasa a ser quién posee la oferta, bajo qué restricciones y con qué horizonte temporal. Las monedas aparcadas en ETF, balances corporativos y vehículos regulados no se comportan igual que las que están en self–custody en manos de holders de diez años. Los futuros ciclos de euforia y pánico probablemente estarán marcados menos por puras manías minoristas y más por cómo reacciona esta mezcla de tenedores ante cambios en el entorno macro.


Ese es, quizá, el cambio estructural más importante que deja la corrección de noviembre: bitcoin se ha convertido en un activo puente entre el mundo cripto y el TradFi. Cuando haya movimientos fuertes en tipos, inflación, regulación o apetito de riesgo institucional, la pregunta “qué pasó con bitcoin” se parecerá cada vez más a los resúmenes diarios que leemos sobre índices bursátiles o divisas principales. Y como siempre, esto no es asesoramiento financiero: es un marco para pensar. Tu capital, tu horizonte temporal y tu tolerancia al riesgo son los que mandan a la hora de tomar decisiones.


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